Marzo 2015
Campamentos Saharauis, (Zug-Auserd)
La palabra Solidaridad aparece hoy día en tantos y tantos
sitios, que es una palabra cuyo significado real no penetra en nuestros
cerebros con la fuerza necesaria para hacer mella.
Nuestros cerebros han aprendido a tejer un escudo para que nuestro corazón no sufra.
Nuestra mente necesita ser capaz de dejar de lado tanta
miseria para poder disfrutar de nuestro entorno mas cercano, y conseguir ser
felices sin cargos de conciencia.
Aunque creo que el hombre es capaz de desarrollarse y ser
feliz a pesar de estar en una situación difícil y que la lucha contra las
adversidades es parte necesaria para una
madurez satisfactoria y plena.
He visitado y conocido un pueblo necesitado. El pueblo
Saharaui afincado en otra que no es su tierra. Y SI, realmente necesitan de la ayuda
humanitaria para sobrevivir.
Mi visita, gracias a la asociación Darahli, ha sido junto a
cincuenta jóvenes de 16 años que han vivido por primera vez la misma
experiencia que yo .
Antes de ir, iba mentalizándome a lo que podría encontrar, estaba
un poco asustado, asustado por mi corazón, me preguntaba cómo volvería de
vuelta. Y tenía un atisbo de curiosidad por los jóvenes que me
acompañaban. El hecho de no ser la primera vez que esta asociación iba con chavales,
supongo que ha ayudado a los padres de éstos a empujarlos para que vivan de
primera mano esa experiencia, pero yo me preguntaba de qué manera podía
afectarles, ¿Tendrán ESCUDO esos corazones de 16 años?
Hemos vuelto hace ya un tiempo, tiempo creo que suficiente
para aterrizar psicológicamente y amoldarnos a nuestro día a día.
Los veo cada día en sus quehaceres, con sus amigos y
móviles, practicando sus deportes, o divirtiéndose en la calle, los saludo,
pero no veo lo que su corazón esconde, igual que ellos no ven el mío.
Ya no veo a los saharauis, aunque mantengo relación con algunos
de ellos (gracias whatsapp ¡!),
Veo noticias en la tele, periódicos e internet, sobre ellos
y sobre miles de problemas similares a lo largo del planeta que mi mente asocia
a una sola palabra, SOLIDARIDAD, y sin querer, se levanta el escudo,
Y algo parece que SI
ha cambiado en mi corazón, pero lo curioso es que el cambio no ha sido
por “culpa” de los saharauis, sino por estos jóvenes zumaiarras.
Jovenes que se han enfrentado a sus sentimientos, los han
analizado e incluso los han compartido en público, entre ellos, en voz alta, sin
miedo a llorar o abrazar a sus compañeros, mientras yo me escondía tras la
cámara para que no se vieran mis lágrimas.
Jovenes que tras compartir vida durante 10 días con los
saharauis, pienso que han traido su corazón marcado, o si han ido con escudo, seguro
que habrán vuelto con alguna marca de lanza.
Y yo he recuperado la fe.
He recuperado la fe en una juventud a la que hasta ahora
veía con otros ojos, una juventud que me daba miedo por todos los problemas que
les acecha cada día, jóvenes que yo veía como muy aferrados a “nuestras faldas”
algunos o “pelín desmadrados” otros…
Y como no quiero alargarme, termino DANDOLES LAS GRACIAS!
ESKERRIK ASKO GAZTEAK ¡
Gracias Chavales ¡! por demostrarme que SI podeís cambiar el
mundo, y que SI seréis capaces de crear una buena convivencia,
Porque los saharauis, lo habéis visto igual que yo, son
capaces de ser FELICES en su mundo, y estoy seguro que poco ha cambiado en sus
vidas tras nuestra visita, bueno si, tienen en la escuela una sala nueva con
luz, material escolar, varias placas solares, medicinas para una temporada y
unos sobres con dinero para varias familias que les ayudaran unos meses.
Pero creo que ninguna de esas cosas les hará cambiar su
forma de ver la vida,
.. pero.. y las
nuestras?
Los Saharauis nos han enseñado a valorar eso que llevamos
tras el escudo, nos han enseñado humildad, sencillez y felicidad
Nos hemos tumbado junto a ellos mirando las estrellas, estando
todos en países extranjeros. Nosotros hemos vuelto al nuestro, ellos siguen
expatriados, pero las mismas estrellas nos unen y nos siguen guiando a todos.
No sé realmente quien ha ayudado a quien.
Yo creo que no los olvidaré nunca.
Y espero que vosotros los recordéis alguna vez.
Peio Romatet